En una vida surgen cosas que la hacen ser lo que es y correr en los caminos que corre. En la vida de Sarah, esas cosas parecían haber aparecido ya, pero durante sus últimas vacaciones se enamoró.
Y aquellos detalles que hasta entonces completaban su vida son puestos a un lado. Sus amigos quedan relegados a un segundo plano en la mente de una enamoradiza jovencita en un sentimiento bastante típico en las historias. Lo que yo llamaría: un tontamoramiento (o algo así).
Nuestra protagonista pertenece a un grupo de amigos bastante variado. Unos hasta entonces fieles nombres con los que pasar un buen rato, apoyarse en los problemas y sentirse adultos. En su íntimo grupo, que me gusta y no me gusta, hay desde deportistas hasta deprimidos secretos. Cass, Ashley, Rich, Donna, Jack y Ollie comienzan así su historia a partes, y esta solo es la primera. La de Sarah.
La extraña relación que ella comienza demuestra su juventud y sus ánimos, pero también su inexperiencia. Pues le hará vivir cosas que no había hecho antes, entre ellas el sexo. Tenía una seria duda en cómo iba a agregarse ese elemento a una historia con miras a un género bastante juvenil, pero de alguna forma lo consigue, diciendo a penas lo necesario y abriendo sus filas a lectores más jóvenes de lo que cabría esperar en un principio. Y lo digo así porque lo demás títulos que continúan tratan cada uno de un personaje diferente.
La amistad se pone a prueba, pero de eso no puedo decir mucho más porque aunque parezca complicada, la verdad es que la novela no va más allá pero tampoco lo menciona o lo promete. La paciencia es un bien escaso hasta entre mejores amigos frente a comportamientos incorrectos.
Con una narración que mantiene el ritmo, fácil de leer e interesante a momentos, los que acontece en la vida de Sarah puede resultar sencillo para ella, pero los demás lo ven con la realidad que amerita. Y ese es el principal punto negativo del libro. La forma en que Sarah comienza algo que no parece hacerle mucho bien en los sentidos en que debería, cómo queda insensible en medio de su supuesta apertura a la flexibilidad pero al mismo tiempo quiere presionar, porque casi siempre el amor consigue volverse más exigente.
Sigue sin gustarme el que muchos adolescentes jueguen a ser adultos recién estrenados y desperdicien lo que falta de lo que podría ser una muy buena etapa de jóvenes pre graduados si la supieran aprovechar, aunque aquí ese detalle no queda al 100%, pues de vez en cuando se hace lo que debería hacerse de acuerdo a la edad. Pero la idea surge y se da a entender.
Todos hemos convivido con esa confianza que surge solo entre amigos pero que no se comparte con familiares, por ejemplo. Aquí eso se presenta claramente, además de lo tolerantes que parecen sus padres en medio de cosas que no se les pueden decir. O tal vez es así como corre el mundo en tierras británicas, que si no me lo dejan claro yo nunca me habría enterado en qué parte del mundo andaba.
Nada es para siempre comienza una historia de amistad y situaciones propias de una pura y efectiva juventud moderna, leal y con cierto equilibrio. Uno como lector reconoce algo de verdad en los comportamientos o formas de pensar dignas de esa etapa y que se reflejan en la historia.Idas y vueltas que sirven para dar lecciones que todos debemos aprender.Cuando hay que sentir la vida por delante.
La frase:
Entonces, ¡ping! Me enamoré. En lo que una señal tarda en llegar del ojo al cerebro, había pasado de ser una chica de diecisiete años lamentablemente inexperta y con absurdos principios morales a otra que tan solo había esperado a la persona más adecuada. Por poco me echo a reír. Las chanclas se me resbalaban sobre la arena, de modo que mis sofisticados pasos oscilantes se tornaron en atractivos tumbos propios de un borracho.
Nada es para siempre, Ali Cronin. 284 p. Alfaguara, 2013
¡Hasta la próxima!