jueves, 26 de marzo de 2015

Memorias de un lector #2

Me gusta tener tiempo libre. Me gusta tener vacaciones. Me gusta sentir que puedo hacer mucho, si es que el mundo me da un poco de suerte. 
Pero el presente es diferente. El tiempo libre en mi vida se encuentra empatado con el tiempo libre de los demás. Descansamos los mismos días. Ni la escuela, los dos trabajos, las horas de servicio social, comer y dormir, nada me deja mucho tiempo para ser tan yo como lo era antes. 
Todos los días hago eso, más o menos en ese orden. 
No me gusta hablar de mi tiempo con la gente, porque –creo que es muy lógico- es mi tiempo, no el de ellos. 
Una vez me dije: no voy a dejar que todo lo que tenga que hacer me aparte de todo lo que quiera hacer
Hace poco descubrí que a veces uno de esos dos ‘todo’ puede verse más grande que el otro –sí, me refiero al ‘todo lo que tengo que hacer’-. Y me pregunté: ¿y entonces qué se hace para solucionarlo? 
Así que luego de mucho pensarlo llegué a la respuesta más simple y más correcta: hacer que el ‘todo lo que quiero hacer’ sea tan grande como el otro todo. 
Incluso si no todo lo que hay en esa lista de ‘todo’ tenga gran posibilidad de suceder. Eso no le quita lo emocionante al pensamiento. 
Así que entonces tomé otra decisión. Decidí volver a abrir ese libro que hace dos noches dejé en el capítulo quince, decidí presionar el botón de “Crear nueva entrada” y escribir esta entrada de memorias. También abrí mi reseña pendiente y le di una revisada y la hice crecer un poco. 
Y entonces me dije: Qué bien se siente esto. Qué bien me siento hoy
Volver es volver, reír es reír. 

P.D. ¿Me extrañaron? 

¡Hasta la próxima!