Han pasado varios años desde que la reina Bitterblue tomó el trono de Monmar, pero sigue siendo una joven soberana. Esta misma chica, que en español conocimos oficialmente como Gramilla en Graceling, continúa su propia historia en un punto en que su mente parece más despierta que nunca durante su reinado, aunque sea imposible pensar en cómo era la vida antes de esos días en que montones de cosas relevantes comienzan a suceder.
El relativamente mejorado reino de Monmar agradece el enorme cambió sucedido luego de la muerte del rey Leck, el malvado gobernante graceling que podía controlar la voluntad de las personas y que creó una enorme cadena de terror que duró incluso después de su muerte, como conseguimos ver en esta tercera novela basada en el mundo de los Siete Reinos (y algo más) de Kristin Cashore.
Como todo seguidor de esta historia, agradezco enormemente ese nuevo vistazo a los protagonistas que introdujeron su mundo en Graceling. Podemos darle un buen vistazo a Katsa y Po, años después y sabiendo qué ha sido de ellos. Además de satisfacer a muchos insertando demás detalles que soñábamos con ver, como una pequeña posibilidad.
La mente de Bitterblue sigue, de una tortuosa forma, regresando a las imágenes del pasado. Y es que a cualquiera le pesaría lo que sucedió entonces, y cómo sucedió. Todo aquel que alguna vez cayó bajo el control de Leck parece cargar con un remordimiento extraño e incurable, y ella no es la excepción, pues su posición como hija del rey la ponía en el punto más vulnerable, pero también en el más lejano.
Los problemas del reino en el presente aparecen frente a ella en ese repentino momento para abrir los ojos que la lleva a tener curiosidad por conocer su propio reino y saber qué hay detrás de las puertas de la fortaleza de su castillo. Una ciudad esplendida aunque con montones de carencias, que prospera pero no se deshace del pasado que muchas veces la retiene.
En una noche de andanzas de incognito fuera del castillo conoce lo que amplía su futuro. Un par de ladrones, Zaf y Teddy, que la harán darse cuenta de muchas cosas que los que la rodean en sus funciones como reina por alguna razón le ocultan.
Todo lo que se esconde resulta misterioso, y es ese el corazón de esta parte de la historia. Bitterblue, afligida y en el centro del peligro, debe encontrar la forma de resolver las cosas, pero al mismo tiempo también encontrar a quien no se lo permite, decidiendo muy meticulosamente en quién confiar y en quién no.
El talento de Cashore para mostrar el amor en sus historias es único, transmite lo que planea (puede que hasta más) cuidando mucho al público para el que escribe.
Y aunque la protagonista a momento parezca ajena a lo que está viviendo, cuando sufre lo hace de verdad; se resume como inteligente y valiente cuando llega el momento, pues se enfrenta a tal nivel de confusión que la gran lista de problemas juega en su contra. Y, por cierto, dicha confusión es compartida con el lector, pues uno no se entera de nada más de lo que ella sabe, cosa curiosa en una narración en tercera persona pero que es la parte principal de la relación lector-narración, pues a fin de cuentas cumple con su objetivo.
Incluyendo además una pizca de momentos largos a los que prestar atención, su lectura se convierte en una experiencia para los meticulosos y astutos (aunque yo no sé si lo sea).
Bitterblue nos rodea de momentos increíbles y reacciones totalmente propias. Continúa alimentando las esperanzas de los que seguimos el desarrollo de los Siete Reinos hasta niveles de satisfacción devorables. Una maravillosa reunión de personajes con actitud y cabeza, malvados, buenos y no tan buenos. Emocionante en sus momentos crudos, inquietante en sus recuerdos, prestándose a llenar los espacio que crea y a mirar más allá de lo que se ve.Espero, de verdad, que todavía quede más que contar.
La frase:
-Cuéntame un relato –siguió hablando en un susurro-. Cuéntame una de las historias que has oído.
En su mente solo había una: la historia de la huida de la princesa Bitterblue de la ciudad, ocho años antes, con la reina Cinérea, que, arrodillada en un campo de nieve, abrazó a la princesa muy fuerte y la besó. Y entonces le dio un cuchillo y le dijo que siguiera adelante, que aunque solo era una niña pequeña tenía el corazón y la mente de una reina, con la fuerza y el coraje necesarios para sobrevivir a lo que estaba por llegar.
Bitterblue, Kristin Cashore. 495 p. Roca, 2012
¡Hasta la próxima!