Decir adiós al tiempo es tan difícil como cuando se acaban las palabras de un poema.
Conozco a gente a la que no le gusta decir adiós, y me gustaría ser como ellos. Darme la vuelta con la cabeza baja y regresar algún día para reírme de nuevo. Para que lo demás se rían conmigo y ser mejor de lo que fuimos en el pasado.
Me gustaría irme para tener que volver. Me gustaría volver a cada lugar que se lo merezca y sueño con poder hacerlo sin tener que hacer los largos caminos de ida y vuelta.
Me gustaría, muchas veces, tener tiempo para leer un libro del pasado que se posa tranquilo donde lo dejé. Me gustaría no tener que dormir para terminar todas las cosas pendientes de la vida y así vivir presentes como el presente los ponga.
Me digo: también me gustaría escribir cosas que todo el mundo entienda. Pero eso y lo anterior, todo ello, es una lista de cosas tan difíciles como el adiós del tiempo, del pasado.
Me gusta ver, escuchar, caminar y hablar si es que no conozco las respuestas.
No pienso en las injusticias del tiempo porque si atravieso la primera capa, aparece la depresión del incomodo escarbar en ello. Trato de ser lo que la gente llama feliz.
Y ser feliz también es así o más difícil porque la palabra brilla demasiado.
Cuando me preguntan cómo estoy, respondo que normal. Mis momentos son normales aunque no crea que la normalidad exista, y eso nos pone un escalón más cerca de la palabra feliz.
No me gusta ser normal, y ahora que lo pienso bien sí es una mejor respuesta que el normal que acostumbro para demostrar mi orgullosa anormalidad cualquiera.
Comenzaré a decir bien desde mañana.
También iré a patinar sobre hielo, a hacer algo por mi poca mente original durante los desansos.
Iré a leer sobre gente que hace música y sus imparables vidas. Voy a seguir escuchando canciones sobre alguien que dice que no le importa el dinero pero ganó mucho por haberlas cantado y es tan joven como para cambiar mañana o después.
Voy a tirar el calendario a la basura porque igual nunca lo consulto. Rara vez me acuerdo de qué día es. Mañana voy a dejar de tener sueño por un par de horas porque hoy tomé una siesta antes de ponerme a leer, y siempre leo antes de dormir.
Esta era una nota sobre el tiempo y terminó siendo también una nota sobre mí.
Pero está bien. Me gusta la idea.
El tiempo no me gusta, pero la vida es mía.
Cada nuevo año me propongo solamente una cosa: llegar temprano.
Y es que llego tarde siempre a todas partes. Formal o informal. La escuela y el trabajo.
Cada año lo consigo un par de minutos más que el anterior. Llego temprano hasta febrero. Luego me acuerdo que yo lo que quiero es ser yo. Apago mi preocupación en medio del tráfico, suelto los minutos después de haberlos apretado tanto. Me siento cómodo y me digo: ni modo.
Ya será mañana, o cuando tenga treinta. Ya será, solo me falta esperarlo.
Y tal vez por eso nunca he tenido un reloj.
Deseo que tengan un buen 2014 y puedan ser tan ustedes como quieran. Cumplan sus deseos, no se sienten a esperarlos.
Este era un "Inspirado en:" pero como solo he leído libros con tiempo,
todos sin parte de él.
¡Hasta la próxima!