Enfrentarse a la pérdida siempre es algo difícil. En la vida real sobre todo. Pero para nosotros los lectores, las pérdidas de ficción podrían llegar a ser algo común. Aunque no siempre, pues solo si dichas pérdidas en están bien construidas nos hacen sufrir como solo los libros pueden. Y debo decir que este libro lo consigue.
Esta novela comienza justo después de la muerte de Theo, el exnovio de Griffin. Así que al principio puede ser extraño saber que alguien murió sin conocerlo de nada. Pero esta historia narrada a dos tiempos nos cuenta por qué esa pérdida es tan importante. Blog Lectores Nocturnos
Como toda buena historia de amor, la de Griffin y Theo es una digna de una película. Y la verdad es que constantemente se siente como una. La versatilidad de la narración entre el presente al futuro y el pasado al presente es algo que la estructura de una película aprovecharía para contar la historia.
El autor entrega una novela con un espíritu indudablemente joven que seguro logrará atrapar a aquellos que conozcan o no el amor de primera mano, al menos uno tan real como el de ellos dos.
La ciudad de Nueva York es un escenario increíble para los capítulos que suceden en ella, dando un toque más de personalidad a los momentos. En mi opinión, creo que de entre todos los detalles a envidiarle al libro, ese podría ser el más grande.
¿Pero qué llevó a estos dos personajes a separarse? En especial después de haber vivido momentos tan importantes y de conocerse tan bien como ellos lo hacen. Si algo nos enseña la vida, según crecemos, es que a veces las circunstancias simplemente se vuelven piedras en el camino que nos impiden seguir adelante en cierta dirección, aún cuando nos encantaría, aunque pareciera necesario. Blog Lectores Nocturnos
Theo, es definitivamente el mejor personaje, pero para el inicio de la novela ya está muerto, y junto con el protagonista realizamos un proceso de encuentro y duelo necesario. Y es eso lo que nos lleva a quedarnos con la mitad de la historia que sucede después de la pérdida. El proceso de duelo que el protagonista realiza es complicado y confuso. En repetidas ocasiones llegué a sentirme exasperado por los constantes errores que comete en medio de ese sentimiento. A veces es difícil dejar ir a alguien, porque creemos que todo llega a su fin cuando lo hacemos. Pero esa es una de las tantas lecciones que los personajes aprenden aquí.
La idea del miedo a los finales es presente, y como lectores también nos ayuda a reflexionar sobre ello. Constantemente dejamos ir historias, personajes y tramas que consiguieron atraparnos, que nos hicieron sentir.
Pero a veces también debemos recordar que no vivimos historias solo por vivirlas, sino también para aprender de ellas, para la práctica o la teoría. Blog Lectores Nocturnos
Las historias también son lecciones, que aunque de ficción, pueden estar basadas en la realidad. Y el dolor, por más interno o externo que sea, importa siempre y cuando sea sincero.
Con una muy interesante reflexión sobre la aprehensión del amor Solo quedó nuestra historia nos lleva a observar y vivir una novela que seduce al lector con sus detalles, sus diálogos, situaciones y lecciones.
La pérdida es uno de los temas más difíciles en la vida, y en la literatura es casi igual de constante. El amor es un elemento poderoso en los libros que logran comunicarlo. Y ambas cosas resultan tan intensas e inseparables que en ciertas circunstancias son inevitables, difíciles de separar.
Pero la historia sigue.
Calificación:
La frase:
“Él estuvo ahí contigo. ¿Es extraño envidiarlo por eso, por haber presenciado algo que yo nunca habría querido ver con mis propios ojos? Tengo toda esta historia que vivimos juntos, Theo, pero él tiene pedazos de tu rompecabezas que me destruirían si tuviera que agregarlas al final, y aun así las quiero.”
Esta lectura sucedió:
En autobuses, descansos del trabajo y noches de lluvia. Formato: Kindle (edición en inglés: History Is All You Left Me).
Edición en español:
Solo quedó nuestra historia, Adam Silvera. 320 p. Puck, 2018
Trad. Daniela Rocío Taboada
¡Hasta la próxima!