Lo inesperado es algo difícil de afrontar. Vivimos la vida sin saber lo que nos depara el destino. No sabemos cuándo ni cómo sucederán las cosas. Pero si lo pensamos, eso es lo que nos hace vivir como lo hacemos: pensando en el futuro.
En esta novela las personas reciben una llamada durante los primeros momentos del nuevo día, a partir del minuto 0, diciéndoles que van a morir en algún momento de las horas restantes para que la fecha vuelva a cambiar.
Por como la gente varía en el mundo, habrá quienes piensen que eso es algo útil, pero yo soy de los que consideran que vivir en un mundo donde sabes que ese va a ser tu último día de vida es algo horrible. ¿Porque cómo vivir las horas que te restan cuando te habías atrevido a pensar en un futuro?
Mateo recibe esa llamada unos minutos después de la medianoche. Él no es un caso especial, pero no por eso la sorpresa es menor. Su vida no es perfecta, ni de lejos, ¿pero cómo afrontar la idea de la muerte siendo tan joven y con tantas esperanzas? Blog
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Rufus también recibe la llamada poco después. Y aunque estos dos chicos no se conocen y son bastante diferentes, tienen eso en común. Están a punto de descubrir cómo vivir el último día de sus vidas.
En este mundo donde la gente es contactada de manera tan técnica sobre sus últimas horas de vida, existen opciones para los que quieren experiencias especiales antes de morir. Como si fuera un servicio de entretenimiento más. Aunque para mí, vivir en la ciudad de Nueva York sería experiencia suficiente, supongo que para los que siempre han vivido ahí el resto del mundo les parecería una mejor aventura. La última aventura, si es que se atreven a ello, antes de su final.
Esta es la segunda novela del autor que leo, y desde ya les puedo decir que no me gustó tanto como Solo quedó nuestra historia, porque aunque también trata sobre la pérdida (en este casi la asimilación de la muerte propia), me pareció menos versátil. El manejo del tiempo es correcto, pero para mí el ensamble en general me queda a deber. Sin embargo, esta historia sí me dejó una impresión muy grande, es posible que más que la otra historia del autor que conozco. La base existencial de tener que afrontar nuestra propia muerte se quedó conmigo desde el principio. La incertidumbre casi me hizo abandonar el libro en algunos momentos porque llegué a pensar que tal vez no era necesario saberlo todo. Blog
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La aventura que estos dos chicos viviendo su último día de vida es casi creíble, al menos para estándares de la realidad. Las posibilidades iniciadas con solo conocerse el uno al otro, sus historias personales y las personas que complementan sus vidas, hacen que esta historia adquiera un buen nivel de sentimiento y apego. Pues en medio de la reflexión, uno no puede nunca dejar de pensar en lo que quedaría atrás. Más allá del mundo mismo y el tiempo avanzando sin estar ya nosotros en el medio.
Al final mueren los dos entrega una profunda reflexión de esas que muchos piensan que no se pueden encontrar en los libros de ficción.
Lleno de casualidades, porque a veces así es la vida, aunque a veces solo demasiadas.
La experiencia de la existencia es única porque es nuestra. Y aunque a veces pueda parecer aburrida o insuficiente, la verdad es que nadie sabe sentirla de otra manera. El tiempo es una variante en la que tal vez no valga demasiado la pena pensar. Lo que sentimos lo supera todo.
La frase:
“Esa gran pregunta es la razón de que no quisiera contarle a nadie que iba a morir. Hay preguntas que no puedo responder. No puedo decirte cómo sobrevivirás sin mí. No puedo decirte cómo llorar por mí. No puedo convencerte de no sentirte culpable si olvidas el aniversario de mi muerte o si te das cuenta de que han pasado días, semanas o meses sin que pienses en mí. Solo quiero que vivas.”
Esta lectura sucedió:
Durante tardes frescas, en el patio de mi casa, sintiendo el viento. Formato: Kindle (edición en inglés: They Both Die at the End).
Edición en español:
Al final mueren los dos, Adam Silvera. 352 p. Puck, 2018
Trad. Antonio Padilla Esteban
¡Hasta la próxima!
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